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Rara vez un animal se identifica tanto con una tierra como el caballo menorquín con Menorca, aunque este sea un aspecto no tan conocido para el gran público. Menorca es ecuestre, no en vano se dice que hay más caballos que menorquines y existe una arraigada cultura del caballo en la isla cuyo origen es muy antiguo, en torno a una raza preservada a lo largo de los siglos y que ha tenido una importancia capital en su día a día, sobre todo en todo lo referente a las fiestas y celebraciones que tienen lugar por todos los pueblos de la isla, como es el caso de Ciutadella (fiestas de Sant Joan en el mes de junio).

El Caballo dicen que procedía de norte América se supone que de ahí emigro a Sudamérica y Asia a través del itsmo que unía entonces a América con Asia. Desde éste momento llego a Europa y después a África. Cuando en la edad de piedra las tribus cazadoras llegaron en sentido contrario hasta América, el caballo fue cazado con saña hasta ser exterminados. 

Los conquistadores españoles a principios del siglo XVI, volvieron a introducirlo en el continente Americano. El hombre  utilizado la fuerza y la velocidad del caballo desde que lo domestico para cambiar su forma de vida.

En lugar de echar raíces en un sitio pudo trasladarse con rapidez a sitios muy distantes, llevando consigo cuanto necesitaba.

Los caballos se convirtieron en un bien tan apreciado que concedieron gran poder a sus propietario.

Linneo clasificó a los caballos domésticos en 1758 en la especie Equus caballus. Al demostrarse que los caballos domésticos actuales y su antepasado silvestre extinto, clasificado como Equus ferus (caballo salvaje), pertenecían a una misma especie debía asignársele un único nombre científico. Generalmente en casos como éste se aplicaría el principio de prioridad usado en la nomenclatura científica, que establece que debe permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo caballusel más antiguo. Pero la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó en 2003 en la opinión 2027 que los caballos actuales, al igual que otras 17 especies domesticadas, debían nombrarse como su variedad salvaje extinta, Equus ferus, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes. Por lo tanto el nombre específico que prevalece para los caballos actuales es Equus ferus, quedando el término caballus como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica.

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